Marco de trabajo

Agua Segura, su definición

Desde la OPS-OSM, generalmente, se define como agua segura el agua apta para el consumo humano, de buena calidad y que no genera enfermedades. Es un agua que ha sido sometida a algún proceso de potabilización o purificación casera. Sin embargo, determinar que un agua es segura solo en función de su calidad no es suficiente. La definición debe incluir otros factores como la cantidad, la cobertura, la continuidad, el costo y la cultura hídrica. Es la conjugación de todos estos aspectos lo que define el acceso al agua segura.

Cobertura

Significa que el agua debe llegar a todas las personas sin restricciones. Nadie debe quedar excluido del acceso al agua de buena calidad. No obstante, actualmente en el mundo 1.100 millones de personas carecen de instalaciones necesarias para abastecerse de agua y 2.400 millones no tienen acceso a sistemas de saneamiento. En América Latina y el Caribe, alrededor de 130 millones de personas carecen de conexiones domiciliarias de agua potable, 255 millones no tienen conexiones de alcantarillado y solamente 86 millones están conectadas a sistemas de saneamiento adecuados. La cobertura total de agua potable es de 84,59%. De esta proporción, 92,98% corresponden al área urbana y 61,22% a la rural, lo que refleja una real desigualdad en el acceso. Los porcentajes de población sin servicio de agua potable son cinco veces más altos en las zonas rurales que en las urbanas. En el círculo perverso de la relación entre pobreza y enfermedad, el agua y el saneamiento insuficiente constituyen a la vez la causa y el efecto: los que no disponen de un servicio de agua suficiente son generalmente los más pobres.

Cantidad

Se refiere a la necesidad de que las personas tengan acceso a una dotación de agua suficiente para satisfacer sus necesidades básicas: bebida, cocina, higiene personal, limpieza de la vivienda y lavado de ropa. El volumen total de agua en la Tierra es de aproximadamente 1.400 millones de km, de los cuales solo 2,5% (alrededor de 35 millones de km) corresponden al agua dulce. La mayor parte del agua dulce se encuentra en forma de nieve o hielos perennes, ubicados en la región antártica y en Groenlandia, y en profundos acuíferos o conductos de aguas subterráneas. Las principales fuentes de agua para uso humano son los lagos, los ríos y los acuíferos poco profundos. La parte aprovechable de esas fuentes es aproximadamente de solo 200.000 km; es decir, menos del 1% del total de agua dulce y solo 0,01% del agua total del planeta.

La población aumenta y el consumo también, pero la cantidad de agua disponible permanece prácticamente constante. Su escasez podría representar un serio obstáculo para el desarrollo a lo largo del presente milenio

Cultura Hídrica

Es un conjunto de costumbres, valores, actitudes y hábitos que un individuo o una sociedad tienen con respecto a la importancia del agua para el desarrollo de todo ser vivo, la disponibilidad del recurso en su entorno y las acciones necesarias para obtenerla, tratarla, distribuirla, cuidarla y reutilizarla.

En este sentido, los cambios en esta dimensión, si bien son considerados de largo plazo, son los que redundarán en un mayor impacto en el buen uso y conservación de este recurso.

Situación en Argentina

situacionenargentina

Nuestro país posee un caudal medio de 26.000 m3/seg. de agua dulce superficial, lo que equivale a un promedio por habitante de 22.500 m3 anuales. Si se compara esta cifra con los 1.700 m3 anuales por habitante que se considera el límite de escasez, es evidente que hay una gran disponibilidad del recurso. Sin embargo se presentan grandes asimetrías en las regiones. Cerca del 75% del territorio argentino es árido o semiárido. Las únicas 2 regiones que concentran grandes volúmenes de agua superficiales son la Mesopotamia y la Cordillera Patagónica3.

A ello se agrega que la oferta de agua subterránea está limitada en muchos sitios por la baja calidad (alto contenido de arsénico y flúor), su difícil acceso o su degradación debido a su contaminación.

Como ejemplo se puede mencionar que la región asociada al Sistema Río de la Plata concentra el 75% de la población del país.

El principal problema del uso de las aguas dulces es la contaminación de sus fuentes, producto de procesos industriales (como vertido de residuos tóxicos), y también producto de la naturaleza (caso del arsénico que se encuentra en muchos sitios debido a la actividad volcánica).

Las problemáticas relacionadas al agua varían según se trate de áreas con grandes concentraciones urbanas, áreas periurbanas o rurales.

Generalmente en las grandes ciudades de Argentina el agua potable no es un problema, tampoco la escasez del agua en épocas de sequía, siendo que la mayoría de las veces se cuenta con sistemas de provisión de agua potable. Sí resulta un problema el exceso de agua de lluvia, que en ocasiones deviene en inundaciones, a veces muy importantes.

Otro problema común radica en las pérdidas del sistema de distribución del agua, por fugas y roturas de tuberías. Según el PNUMA, las pérdidas de este tipo en la ciudad de México DF se estiman en un 40%4, cifra nada despreciable.

En el conurbano de las grandes ciudades, en muchos lugares con pobres condiciones socio-económicas, a los problemas recurrentes de inundaciones se le suman la carencia de agua potable de red. Ésta se obtiene del subsuelo, el cual en muchos sitios se encuentra contaminado con arsénico y otros metales pesados. La ingesta continua de agua con una concentración de arsénico superior a la fijada como segura por la OMS provoca un grave problema: el Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico (HACRE). Esta enfermedad tiene graves consecuencias en la salud humana. Particularmente las napas de las provincias centrales tienen altas concentraciones de este metal. Hoy en día se estima que la población argentina que habita en áreas con aguas arsenicales es de alrededor de 2.500.000 habitantes, un poco mas del 6% de la población del país.